Nº1
PROLOGO
No hay editorial, no ha publicado libros salvo con Versátiles, "Precioso rastro de destrucción" y el que, más adelante, cito en este prólogo; no se espera ningún título nuevo, de vez en cuando nos enviamos notas, nos insultamos, nos queremos mucho, no nos conocemos, estas fotos son robadas de las redes, él las comparte, no tengo ni idea de quién ha podido tomarlas.
Víctor Pérez quería un Mercedes de última generación para
estrellarse a doscientos cuarenta quilómetros por hora, (el primer día del año)
contra un mojón en la carretera de Zamora, pero el mojón y la carretera
desaparecieron dando paso a la autovía de la Plata. Víctor Pérez no recibió
nunca aquel regalo de navidad y todo continuó como estaba, salvo en el movimiento de fluidos cerebrales provocados por aquel pensamiento.
Estas líneas no sirven para las amas de casa, para
los pederastas, los compradores compulsivos, los novios jóvenes, los viejos con
cataratas corticoides, los empleados de las grandes superficies, de pequeñas
superficies, de superficies neutras con chinas serias, con pakis sonrientes y
cansados; solamente les sirve a algunos locos que vigilan las vueltas del
microondas mientras calientan leche, que destrozan con un tenedor el teflón de
las sartenes que a su vez impiden pegarse los huevos revueltos, solo ellos se benefician
de los “ceros no triviales”, de la ortografía que se calienta bajo el fluido de
un bolígrafo Bic; solamente Perelman puede entender a Stokes, Mills o Riemam;
quizá Víctor y yo sabemos lo cerca que está la verdad de la muerte en un rincón
de la kasbah tangerina, en el carrer del
Petó de la Barcelona baja donde nunca llega ni pasa el viento. LSD.
Cada mañana me levanto con uno de sus nuevos poemas
lisérgicos, cada noche me acuesto con sus efectos, creo que es el cansancio del
día pero no, es el efecto mariposa de la interacción de un donut y un café, esa
mezcla devasta mi intestino, todo lo demás es mi propia lógica de la debilidad,
de la imbecilidad, de la debilidad, del código civil, del derecho romano
vigente después de tantos siglos de cristianismo. Cada mañana, una vez que la
mentira del día se desvanece a lo largo del sueño, en torno a las seis tomo mi nueva dosis de Víctorpérez; cada mañana me satisface como un
orgasmo. Cada día le pido a dios que no decaiga su poder destructor, su concisión,
la brevedad, la levedad, el ser y la nada, cada mañana dejo de ver mi retrato
en el espejo y me lanzo contra la oscuridad de la cocina, sediento de café,
abrazo a la mujer que allí encuentro, la sujeto entre mis brazos hasta que noto
que se desmaya y después me siento en un taburete alto, montado hace años por
mi mismo según las precisas instrucciones suecas del prospecto. Nada mejor para
iniciar el día que un abrazo, un secante de ácido, un café bien cargado, un par
de galletas y saber que me queda por digerir la totalidad del día sin recibir
ni una sola buena noticia, ni un solo nuevo sabor. No sé de donde saca las
recetas para sus poemas, no sé con qué fetiches alimenta sus sueños, no conozco
sus drogas, sus horarios, no sé quién es, ni donde vive, solamente conozco un
libro issuu “La venganza
de tenskwatata en los pixies”, ahí ya se ven los principios de la gran verdad,
los que inspiraron a los compositores austriacos de hace dos siglos, los que
inspiraron las guerras en Europa de hace tres siglos, los que cometen perjurio
arrancando terrones a las tierras despobladas de Zamora, del cáncer de última
generación, de la leucemia y el Levítico, las ya viejas canciones de Los Planetas, de Oasis, la paranoia, la dificultad de mantener la maldad poco más que lo que
dura una vida.
DOSSIER SOBRE LAS GENEALOGÍAS INVICTAS
Adorable y tímido a
través de la materia
Se rompía en mil pedazos por todo mi cuerpo
Para triunfar en nombre de mi voluntad
Se rompía en mil pedazos por todo mi cuerpo
Para triunfar en nombre de mi voluntad
No suplicaba, no se rendía, no
pasaba página
Se puso gordo en Los Ángeles
Desde donde me mandaba postales infames
Se puso gordo en Los Ángeles
Desde donde me mandaba postales infames
Lo vieron
alucinantemente borracho en Kansas
Lo vieron destrozando vidas de forma ejemplar en San Francisco
Lo vieron haciendo incursiones en todos los ríos famosos
Lo vieron destrozando vidas de forma ejemplar en San Francisco
Lo vieron haciendo incursiones en todos los ríos famosos
Hay un tiempo para
estar y hay un tiempo para ser el jardinero indio
Que se enrola en el circo Yu Jian
Que se enrola en el circo Yu Jian
Lo vieron
escribiendo extrañas narraciones para el prójimo
Lo vieron lleno de lujuria por toda América
Lo vieron lleno de lujuria por toda América
Lo vieron colgado
en Tucson.
Ahora que me veo rodeado de hijos que desean besar mi piel a todas horas, que desean videar los cuentos de los tres cerditos, de caperucita roja en una sesión interminable de días y horas, que luchan con espadas de plástico que se oxidan como auténtica chatarra, que mueren y renacen cada dos minutos con lágrimas de verdad en los ojos, con sonrisas de verdad, con tristeza de verdad, con palabras perfectas que se están formando como lava y roca. Ahora que ellos han comenzando a matarme, solamente consigo retener algo de mi, cuando me vuelco, con los ojos cada vez más ciegos, sobre algunos poemas que me hacen sonreír como a un yonqui su dosis recién comprada a un gitano con la garganta de esparto a punto de arder.
PUNTO
DE MIRA DE UN MOTOR DE ELEVACIÓN
La rara belleza de los veranos asiáticos es una madre
serena
Que engendra fuera del mundo la túnica del mundo
Y en su avance les mete la ciencia por el ano a los hombres
Los días caen como leche de rata en los hoteles antiguos
Y una superdroga del color del acero da majestad a los muchachos
Que se convierten en dioses en segundos y nunca miran atrás
Ni al horizonte artístico ni al reventar de los bueyes del grunge.
Que engendra fuera del mundo la túnica del mundo
Y en su avance les mete la ciencia por el ano a los hombres
Los días caen como leche de rata en los hoteles antiguos
Y una superdroga del color del acero da majestad a los muchachos
Que se convierten en dioses en segundos y nunca miran atrás
Ni al horizonte artístico ni al reventar de los bueyes del grunge.
EXHIBICIÓN
DE UN NACIMIENTO
Me hundí en 1998
Desde Zamora hasta Burgos
Ganando dinero en la vendimia
Sintiendo el poder de mi pasado
Todos los días podían ser un día bueno o un día malo
O mi último día
A veces sacaba el pulgar
Apuntando a la autopista
O me agachaba para hablar con las viñas después de fumar opio
Estudiaba arte a distancia
Estaba en mi mundo
Me dejé ir como un recién nacido
Como Dios
Con mi camiseta de Continental Drifters.
Desde Zamora hasta Burgos
Ganando dinero en la vendimia
Sintiendo el poder de mi pasado
Todos los días podían ser un día bueno o un día malo
O mi último día
A veces sacaba el pulgar
Apuntando a la autopista
O me agachaba para hablar con las viñas después de fumar opio
Estudiaba arte a distancia
Estaba en mi mundo
Me dejé ir como un recién nacido
Como Dios
Con mi camiseta de Continental Drifters.
DE
COPAS CON LÁZARO
No hay inocencia en el lector ni en sus principios solitarios
Pero una sabiduría santa le sirve de fondo cuando busca consistencias
En frases fuera de eje en las que hacer pie de forma remota
Ese es el mismo mensaje de los muertos y de los repartidores de propano
Que hacen de la tierra un truco de experto y de cada fragmento de estupor
Un disparo por la espalda.
Pero una sabiduría santa le sirve de fondo cuando busca consistencias
En frases fuera de eje en las que hacer pie de forma remota
Ese es el mismo mensaje de los muertos y de los repartidores de propano
Que hacen de la tierra un truco de experto y de cada fragmento de estupor
Un disparo por la espalda.
No quiero vivir en ningún lugar seguro del que no poder hablar sin miedo a mis hijos y a los hijos de mis hijos, para no instalarles en el pecho el asma que yo tuve que respirar hasta los diecisiete años, edad en la que empecé a fumar con furia, a desear a las chicas más paletas, las más feas del planeta, sin ninguna experiencia, tirándome al vacío cada noche y poder salir de allí para llegar a la hora de cenar a casa, y acostarme poco después, borracho y empalmado y, llegar a la mañana con resaca esperando un tazón de cola-cao y mear toda la negrura venenosa e infinita de un adolescente que no sabe nada, ni siquiera resolver un pequeño quebrado, terminar de una vez con cualquier carga de radiaciones inversas. Todos en casa seguían callados, esperaban y nunca nadie se disculpó. No, no quiero vivir en ningún lugar seguro. Quiero no dejar de perderme en el territorio de Victorperez, una y otra vez, ese puto.
(El próximo día 1 entrega nº 2. Camilo de Ory)